jueves, 30 de diciembre de 2010

Un Diamante en un Camino de Piedras -Capítulo II-

Capítulo II - Colitas de Caballo

Nunca obtuve lo que quise y no me quedo de otra más que resignarme y aceptar que mi destino era estar al lado de todos esos tontos, buenos para nada, que solo ocupaban un lugar más en el mundo. Decidí acercarme a ellos para evitar estar solo -Ya bastante de eso había tenido como para soportarlo una vez más- y entable conversación con quien más me llamo la atención: era una chica de poca estatura, de perfil bajo, no muy llamativa, usaba anteojos y tenía dos colitas, de esas de caballo.

A pesar de su poco común aspecto fue quien más llamaba la atención entre esa manada de "basura", a la cual yo pertenecía ahora.

-¡Hola! ¿Como estas? - fue lo primero que se me ocurrió.

-Muy bien, gracias - me dijo, dejando notar una pequeña sonrisa.

-¿Cómo te llamas? – Continuó ella sin perder tiempo.

-Ehmmm.... Paúl, ¿y tú?

-Cristal; un placer conocerte - dijo muy cortésmente.

-Y... ¿Qué haces? - Pregunte al notar que tenía una libreta y un bolígrafo entre las manos.

-Me desahogo - Contesto, como cayendo como en una repentina tristeza.

-¿Y de qué te desahogas? – Cristal noto un pequeño interés en mi pregunta.

-¿Por qué estás aquí? - Pregunto ella un poco confusa. Yo, que apenas unos segundos atrás pude percatar su amabilidad aún sin conocerme, decidí no ser grosero...

-Bueno, la verdad es que te vi tan sola, aquí sentada, que decidí hacerte compañía - Conteste improvisando. Ella se ruborizó.

-Nunca nadie antes se había percatado de mí, siempre he sido invisible para todos los demás.

-Pues para mí no -le dije, para ser un poco condescendiente. Ella me miro a la cara y pude advertir el hermoso color azul de sus ojos. Por un momento me quede hipnotizado viendo aquellos dulces ojos a través de aquel cristal transparente frente a sus ojos.

-Gracias -dijo interrumpiendo el hechizo- nunca me había sentido así... Como un tanto feliz...

-¿A qué te refieres? -pregunte un poco confundido.

-Bueno... es que... como verás, soy repudiada por todos. Nadie, a excepción de ti el día de hoy, me había dirigido la palabra; siempre he sido invisible para todos en este colegio, desde que entré este año.

-¿Cómo que invisible, si tu encanto es irresistible? -dije intentando subirle el ánimo y dejando en claro la atracción que acababa de adquirir hacia ella.

-Eres el primero que se fija en mí... El primero que no ve un defecto en mí y me acepta tal y como soy.

Sonó la campana para regresar a clases. Ella se fue de inmediato despidiéndose con un simple adiós. Yo me quede pensando en aquello ultimo que me había dicho: "... el primero que me acepta". Acababa de hacer a alguien desconocido sentirse un tanto especial y eso me hizo sentir bien, además del hecho de que era obvio que le había caído bien a aquella muchacha... ¿Como era que se llamaba?... Sí, Cristal es su nombre...

El resto del día me la pase pensando en ella y deseando a que llegara el día siguiente para poder charlar de nuevo. Mi deseo por estar con los populares ya se había desvanecido como por arte de magia, pues había conocido a la única persona que me aceptaba en su ambiente, que no pensaba que fuera en estorbo.

Analice por un segundo: "Yo busco en ella alguien que me valore y me tome en cuenta; mas sin embargo, ella busca alguien quien le acompañe, que la acepte, que la quiera..." Me atreví a pensar esto último. ¡Nos complementamos! Pensé; mientras una sonrisa de oreja a oreja se dibujaba en mi cara. No lo podía creer: Al inicio del día solo me importaba ser conocidos por todos y ahora sólo espero a que llegue el día siguiente para reencontrarme con la niña de las colitas de caballo.

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